martes, 28 de febrero de 2017

Libertad de prensa y posverdad.

 Hace unos años en la revista Chasqui, órgano de divulgación de la CIESPAL, se publicó un artículo firmado por Peter Schenkel, periodista e investigador alemán, donde se cuestionaba si en Estados Unidos de América existía libertad de prensa. Schenkel destacaba los procedimientos que estaban aplicando los servicios secretos y las autoridades judiciales durante el gobierno de George W. Bush con el objetivo de controlar la prensa.
En estos días, leyendo los ataques directos del presidente Trump a los medios, recordé el artículo y lo busqué, más que todo para revisar cómo en los años  90s el gobierno de U.S.A.  se manejaba bajo el pretexto de la seguridad del Estado, ejerciendo presión y hasta enjuiciando a reporteros por rehusar revelar sus fuentes o declarar como testigos frente a un jurado.  Así agentes secretos presionaron y enjuiciaron a reporteros de The New York Times, de Los Angeles Times y a CNN en diferentes casos, que no siempre recibieron mucha prensa.
Sin embargo, en la actualidad, el enfrentamiento es abierto y radical,  encabezado por el mismo presidente, que cada día agrega una piedra más al muro que construye para negar acceso a los medios. La batalla que mantiene con los medios. “principal partido de oposición” según su jefe de estrategia, Steve Bannon, se intensifica, y los insultos y acciones van in crescendo.  “Muchos de los reporteros de nuestra nación ya no cuentan la verdad; muchos de los medios no hablan para la gente, sino para intereses ajenos”, “el público ya no les cree”, “el nivel de deshonestidad está fuera de control”, entre otras invectivas expresadas por Trump contra los reporteros, asumiendo un rol nunca visto en la Casa Blanca.
Pero lo más inusual ha sido la decisión de negar acceso a reporteros de The New York Times, CNN , The Guardian, BBC, The Hill, y otros,  a una rueda de prensa con el portavoz presidencial, Sean Spicer.  No obstante esa acción protestada por la prensa, el portavoz, siguiendo la práctica de la  posverdad, señaló “creo que hemos ido mucho más allá en cuestión de accesibilidad”.  De verdad, que es confuso este manejo de relaciones Casa Blanca-medios.
No obstante, para agregar más leña al fuego,  Trump ha anunciado que no acudirá en abril a la cena anual de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, evento en el que los presidentes siempre han participado y que ofrece un escenario relajado, donde hay espacio para que los mandatarios hasta se rían de sí mismos.  Sin embargo, lo mejor de este episodio es la declaración de la vocera Sarah Huckabee Sander, en el sentido de que (Trump) “no fue elegido para pasar tiempo con reporteros y celebridades”. Y entonces, ¿donde está la accesibilidad?
Joseph S. Nye, Jr. en un artículo en periódico español El País, considera que el nuevo presidente de Estados Unidos ha demostrado ser un comunicador político “más eficaz de lo que suponían sus críticos”, pero yo tengo mis dudas, pues manteniendo el  discurso y  accionar  que ha llevado hasta ahora, no me parece así.  Más bien considero que está tratando de controlar la libertad de prensa que él reclama para sí para su conveniencia, en esa tendencia de muchos gobernantes de querer solamente exponer logros y esconder errores.

viernes, 24 de febrero de 2017

Marilyn , sin las gafas de los estereotipos

Hace un par de años mi amiga Irasema me regaló el libro “Mujeres y Libros.  Una pasión con consecuencias”, de Stefan Bollmann, [i] en el que se narra “la historia de la lectura y la escritura femeninas, su poder y su magia”.  Nada es de extrañar que aparezcan pasajes de la vida de Jane Austen, Virginia Woolf, Mary Shelley, Susan Sontag y otras escritoras muy reconocidas de los siglos XIX y XX.

Pero lo que me provoca escribir estas líneas es comentar que entre esas mujeres con pasión por la lectura y que  Bollmann considera que tuvo sus consecuencias, es Marilyn Monroe, quien aparece en el libro en una foto leyendo a Ulises de J. Joyce. Ah! Sorpresa, pero es que siempre oímos hablar de ella como “una rubia sexy” y tonta como se dice de todas las rubias.
¡Qué impactantes son los estereotipos!  Cuando recibí el libro, no me extrañó leer el título del capítulo “Hollywood, 1955.  Marilyn Monroe, la bomba sexual lectora[ii], pues seguía esa línea de cliché con las que se ha identificado siempre a la actriz, gracias a la imagen que Hollywood creo de ella, encasillada en roles de seductora, pendiente de hombres con dinero y  carente de sentimientos auténticos y, claro, de inteligencia.
Sin embargo, en ese capítulo se conoce otra imagen, una Marilyn que lee autores como Dostoievski, Proust y Thomas Wolfe, que se confiesa lectora y que visita librerías y compra libros: “Hojeo unos libros, y cuando veo algo que me interesa lo compro.  Este me lo compré ayer”[iii], dijo cuando llegó a una filmación con un libro de Rilke.  El autor alude que ese posible interés de Monroe en la lectura se debía al hecho de que se sentía avergonzada por haber abandonado los estudios.
Aunque su matrimonio con el escritor Arthur Miller fue muy breve, algunos comentaron que las fotos en las que aparecía leyendo eran una especie de reclamo, de que la miraran no como un símbolo sexual, sino como una mujer que lee. 
Sin embargo,  una serie de fotos que le hizo la famosa fotógrafa Eve Arnold, en la que la estrella aparece leyendo Ulises, son consideradas como una burla a las dos culturas que envolvían a la actriz, la de los estudios que la ataban a contratos leoninos que incluían una imagen determinada, pero también a la “alta cultura” que en los años 50s se distinguía por la falta de sensualidad.  Aparecer en una foto leyendo a Ulises, que aborda el placer sensorial y el placer físico, era una especie de juego, según Bollmann, pues las fotos le otorgaban una carga sexual al acto de leer:  “mediante la figura de la lectora y mediante el libro que ésta lee”.[iv]
De todos modos, conocer estos detalles de la vida de Marilyn Monroe, rompen el estereotipo de “rubia sexual y tonta”.



[i] Bollmann, Stefan, Mujeres y Libros.  Una pasión con consecuencias. Seix Barral, 2015, Barcelona, España
[ii] Ob. citada página 325
[iii] Ob. citada página 330
[iv] Ob. citada págiana 338