Hace unos
años en la revista Chasqui, órgano de divulgación de la CIESPAL, se publicó un
artículo firmado por Peter Schenkel, periodista e investigador alemán, donde se
cuestionaba si en Estados Unidos de América existía libertad de prensa.
Schenkel destacaba los procedimientos que estaban aplicando los servicios
secretos y las autoridades judiciales durante el gobierno de George W. Bush con
el objetivo de controlar la prensa.
En estos
días, leyendo los ataques directos del presidente Trump a los medios, recordé el
artículo y lo busqué, más que todo para revisar cómo en los años 90s el gobierno de U.S.A. se manejaba bajo el pretexto de la seguridad
del Estado, ejerciendo presión y hasta enjuiciando a reporteros por rehusar
revelar sus fuentes o declarar como testigos frente a un jurado. Así agentes secretos presionaron y
enjuiciaron a reporteros de The New York Times, de Los Angeles Times y a CNN en
diferentes casos, que no siempre recibieron mucha prensa.
Sin
embargo, en la actualidad, el enfrentamiento es abierto y radical, encabezado por el mismo presidente, que cada
día agrega una piedra más al muro que construye para negar acceso a los medios.
La batalla que mantiene con los medios. “principal partido de oposición” según
su jefe de estrategia, Steve Bannon, se intensifica, y los insultos y acciones
van in crescendo. “Muchos de los reporteros de nuestra nación
ya no cuentan la verdad; muchos de los medios no hablan para la gente, sino
para intereses ajenos”, “el público ya no les cree”, “el nivel de deshonestidad
está fuera de control”, entre otras invectivas expresadas por Trump contra los
reporteros, asumiendo un rol nunca visto en la Casa Blanca.
Pero lo más
inusual ha sido la decisión de negar acceso a reporteros de The New York Times,
CNN , The Guardian, BBC, The Hill, y otros,
a una rueda de prensa con el portavoz presidencial, Sean Spicer. No obstante esa acción protestada por la
prensa, el portavoz, siguiendo la práctica de la posverdad,
señaló “creo que hemos ido mucho más allá en cuestión de accesibilidad”. De verdad, que es confuso este manejo de
relaciones Casa Blanca-medios.
No
obstante, para agregar más leña al fuego,
Trump ha anunciado que no acudirá en abril a la cena anual de la
Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca, evento en el que los
presidentes siempre han participado y que ofrece un escenario relajado, donde
hay espacio para que los mandatarios hasta se rían de sí mismos. Sin embargo, lo mejor de este episodio es la
declaración de la vocera Sarah Huckabee Sander, en el sentido de que (Trump)
“no fue elegido para pasar tiempo con reporteros y celebridades”. Y entonces,
¿donde está la accesibilidad?
Joseph S.
Nye, Jr. en un artículo en periódico español El País, considera que el nuevo
presidente de Estados Unidos ha demostrado ser un comunicador político “más
eficaz de lo que suponían sus críticos”, pero yo tengo mis dudas, pues
manteniendo el discurso y accionar
que ha llevado hasta ahora, no me parece así. Más bien considero que está tratando de
controlar la libertad de prensa que él reclama para sí para su conveniencia, en
esa tendencia de muchos gobernantes de querer solamente exponer logros y
esconder errores.