sábado, 25 de abril de 2020

Covid-19: No son números, ¡son personas!



En estos días de tanto ocio y tiempo para los recuerdos, me han llegado a la mente las imágenes y sonidos de los rezos por los difuntos. Cuando acompañaba a mi mamá a los rezos de alguien en el Ingenio Quisqueya: reunidos en una habitación, frente a un altar con imágenes de santos, velas y flores, se hacían esas oraciones y recuerdo que en las letanías del Rosario que se rezaba al final, se decía y se dice todavía   ruega por el o ruega por ella, en lugar de ruega por nosotros.
Hace unos días en las tardes, oía las voces de un grupo de personas rezando el Rosario y justamente las letanías eran contestada con un “ruega por el” … y me preguntaba ¿rezan por una persona que ha muerto recientemente?  Inmediata asociación con los muertos por el Covid-19.  Me imagino los rezos de tantos fallecidos en ciudades como San Francisco de Macorís, La Vega, Santiago y aquí en Santo Domingo.  ¿Cuántas personas acompañaron esos rezos, si es que fueron algunas?
Quizás estoy muy sensible, y muy alejada de la misión diaria del Ministro de Salud Pública cuando comparte los datos más relevantes sobre la situación de la pandemia en nuestro país.  Da número de nuevos casos, personas fallecidas y recuperadas, y resultados de pruebas realizadas, entre otros.
Alejada también de los periodistas que cubren la fuente y reproducen fríamente en sus informaciones y reportajes esos datos numéricos.  Datos que representan a personas, seres humanos que en su partida han dejado un vacío en sus familias, que dejan a lo mejor un hogar sin jefe, sin proveedora, a una madre o a un padre solo con sus hijos, en fin, cada persona fallecida es una gran pérdida para sus familiares y para la comunidad.
Y me pregunto, en que momento los medios de comunicación nos presentarán, más allá de los números, a esas personas, que tienen nombres y apellidos.  Cuándo se tomarán tiempo para preguntar, por ejemplo, al corresponsal de una de esas ciudades por uno de esos fallecidos, pudo haber sido una maestra, un carpintero, un líder comunitario, en fin, ¿quiénes son?  Lo mismo ocurre con las personas que se recuperan, con el personal sanitario, ignoramos sus esfuerzos.
“Teletrabajar, en nuestro caso, no significa encerrarse en casa sin salir.  No se puede informar de todo lo que está pasando en pijama frente al ordenador. Tenemos que estar donde están las noticias, como hacemos siempre”, escribía recientemente Ignacio Escolar (2020) director de Eldiario.es y ganador del Premio Gabo a la Excelencia[1] a sus colaboradores.
 No sigamos mencionando datos de fallecidos como rutina. Y es que, ¡los más de 250 fallecidos no son simples números, son personas!

domingo, 12 de abril de 2020

La cuarentena de los despojos


Durante mis paseos matutinos con Toby tengo tiempo y espacio para observar los tanques de basura del vecindario. Así he podido notar como en algunas viviendas este ha sido un tiempo de limpieza de closets, de libreros y de armarios.  Maletas que parece ya no usan, libros viejos, estuches de discos, ropa vieja, fotos y revistas han pasado, primero al tanque de la basura o a la acera en el caso de que este lleno.
Para mi ha sido interesante.  Ahora tenemos tiempo hasta para revisar lo guardado, quizás por muchos años, y que ahora nos damos cuenta de que no nos sirve, que no vale la pena mantenerlo en un closet o una maleta.  Es algo así como despojarnos, desnudar nuestros recuerdos al eliminar esos objetos que nos llevaban a rememorar a alguien o algo.
Esta cuarentena también ha despojado de sentido el discurso de nuestros gobernantes, ha puesto al desnudo muchas de sus farsas:  En febrero no teníamos pobres, pero ahora millones de personas necesitan ayuda, son pobres y no tienen ni lo básico.  Los tantos hospitales renovados que se iban a inaugurar en las primeras semanas de marzo ahí están, no han servido ni siquiera para internar a una de las personas afectadas por el Covid-19.  De la inversión en salud, cada día el número de personas que fallece nos desmiente penosamente ese discurso triunfalista y nos muestran la cruda realidad del sistema de salud.
Hasta en lograr que le hagan una prueba de Covid-19 se ha evidenciado la inequidad en este país.  A unos se la hacen a domicilio y otros han muertos esperando que lo consideren para la lista de espera. ¡Que vergüenza!
De verdad, que dolorosamente, esta ha sido una cuarentena de despojos, que nos está dando tiempo para limpiar nuestros armarios, y que ha desnudado el “éxito” de esta gestión de gobierno.  No creo que queden muchas personas en el país que sigan convencidas de lo bien que estamos, tal como nos lo describían el 27 de febrero pasado; y a los que así persisten solo queda decirles, ¡que pena que no vean o traten de ocultar el sol con un dedo!