En estos días
de tanto ocio y tiempo para los recuerdos, me han llegado a la mente las
imágenes y sonidos de los rezos por los difuntos. Cuando acompañaba a mi mamá a
los rezos de alguien en el Ingenio Quisqueya: reunidos en una habitación,
frente a un altar con imágenes de santos, velas y flores, se hacían esas
oraciones y recuerdo que en las letanías del Rosario que se rezaba al final, se
decía y se dice todavía ruega por el o ruega
por ella, en lugar de ruega por nosotros.
Hace unos días
en las tardes, oía las voces de un grupo de personas rezando el Rosario y
justamente las letanías eran contestada con un “ruega por el” … y me preguntaba
¿rezan por una persona que ha muerto recientemente? Inmediata asociación con los muertos por el
Covid-19. Me imagino los rezos de tantos
fallecidos en ciudades como San Francisco de Macorís, La Vega, Santiago y aquí
en Santo Domingo. ¿Cuántas personas
acompañaron esos rezos, si es que fueron algunas?
Quizás estoy
muy sensible, y muy alejada de la misión diaria del Ministro de Salud Pública
cuando comparte los datos más relevantes sobre la situación de la pandemia en
nuestro país. Da número de nuevos casos,
personas fallecidas y recuperadas, y resultados de pruebas realizadas, entre
otros.
Alejada también
de los periodistas que cubren la fuente y reproducen fríamente en sus
informaciones y reportajes esos datos numéricos. Datos que representan a personas, seres
humanos que en su partida han dejado un vacío en sus familias, que dejan a lo
mejor un hogar sin jefe, sin proveedora, a una madre o a un padre solo con sus
hijos, en fin, cada persona fallecida es una gran pérdida para sus familiares y
para la comunidad.
Y me pregunto,
en que momento los medios de comunicación nos presentarán, más allá de los
números, a esas personas, que tienen nombres y apellidos. Cuándo se tomarán tiempo para preguntar, por
ejemplo, al corresponsal de una de esas ciudades por uno de esos fallecidos,
pudo haber sido una maestra, un carpintero, un líder comunitario, en fin, ¿quiénes
son? Lo mismo ocurre con las personas
que se recuperan, con el personal sanitario, ignoramos sus esfuerzos.
“Teletrabajar,
en nuestro caso, no significa encerrarse en casa sin salir. No se puede informar de todo lo que está pasando
en pijama frente al ordenador. Tenemos que estar donde están las noticias, como
hacemos siempre”, escribía recientemente Ignacio Escolar (2020) director de
Eldiario.es y ganador del Premio Gabo a la Excelencia[1] a sus colaboradores.
No sigamos mencionando datos de fallecidos
como rutina. Y es que, ¡los más de 250 fallecidos no son simples números, son
personas!