Durante mis paseos matutinos con Toby tengo tiempo y espacio para observar los tanques de basura del vecindario. Así he podido notar como en algunas viviendas
este ha sido un tiempo de limpieza de closets, de libreros y de armarios. Maletas que parece ya no usan, libros viejos,
estuches de discos, ropa vieja, fotos y revistas han pasado, primero al tanque
de la basura o a la acera en el caso de que este lleno.

Esta cuarentena también ha despojado de sentido el discurso
de nuestros gobernantes, ha puesto al desnudo muchas de sus farsas: En febrero no teníamos pobres, pero ahora
millones de personas necesitan ayuda, son pobres y no tienen ni lo básico. Los tantos hospitales renovados que se iban a
inaugurar en las primeras semanas de marzo ahí están, no han servido ni
siquiera para internar a una de las personas afectadas por el Covid-19. De la inversión en salud, cada día el número
de personas que fallece nos desmiente penosamente ese discurso triunfalista y
nos muestran la cruda realidad del sistema de salud.
Hasta en lograr que le hagan una prueba de Covid-19 se ha
evidenciado la inequidad en este país. A
unos se la hacen a domicilio y otros han muertos esperando que lo consideren
para la lista de espera. ¡Que vergüenza!
De verdad, que dolorosamente, esta ha sido una cuarentena de
despojos, que nos está dando tiempo para limpiar nuestros armarios, y que ha
desnudado el “éxito” de esta gestión de gobierno. No creo que queden muchas personas en el país
que sigan convencidas de lo bien que estamos, tal como nos lo describían el 27
de febrero pasado; y a los que así persisten solo queda decirles, ¡que pena que
no vean o traten de ocultar el sol con un dedo!
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