Hace
un par de años leí un artículo en el diario español El País que me dejó una
frase que hasta ahora conservo en mi cabeza: “¿Queremos noticias planas como
las instrucciones de una lavadora?”, y en dicho texto la autora, Rosario Gómez, comentaba en primera persona y con el apoyo
de especialistas sobre el impacto del Internet en el periodismo que se hace
actualmente. Desde el título mismo, el
artículo era provocador: “¿Periodismo, neutro o activista?”, aspectos que en estos días se han puesto en
discusión con la escena de Donald Trump pidiendo al periodista Jorge Ramos
abandonar su conferencia de prensa.
Comentando
el caso con un grupo de 10 estudiantes, varias justificaban la acción de Trump,
y apenas una estaba de acuerdo con Ramos, aduciendo que el periodista no tiene
que ser necesariamente simpático con el entrevistado. En el canal CNN, una periodista de Atlanta
consideraba la acción de Trump como propia de un régimen dictatorial, pero otro
colega desde Miami, lo consideraba normal, pues el periodista actuó como un “activista”
y no como un profesional de la prensa.
Luego
de la discusión en el aula acordamos tratar de ver el video completo para
verificar cuántas veces Ramos había pedido la palabra y no se la habían dado,
estrategia aplicada con periodistas incómodos para un entrevistado.
A
nivel nacional he seguido las declaraciones del Ministro de Educación en
relación al inicio del año escolar, de los más de 200 mil estudiantes que
tienen acceso a la llamada tanda extendida y de todas los beneficios para los
estudiantes, incluyendo el almuerzo –aunque algunos se intoxiquen de vez en
cuando, digo yo- así como los próximos nombramientos de profesores para las
actividades especiales.
Con
mi complejo de periodista –que no ejerzo desde hace décadas- trato de verificar
lo que dice el ministro, y me
frustro. Apenas a unos kilómetros de
Santo Domingo, en Villa Altagracia, a los estudiantes de la escuela Villa
Nueva, beneficiados con tanda extendida, se les indicó llegar en las próximas
semanas a las 12 de mediodía y almorzar, y recibir docencia hasta las cuatro de
la tarde! ¿O sea, que ahora las clases solamente son tres horas? ¿Cuántos otras escuelas estarán en igual
situación? ¿Cuáles periodistas han
tratado de verificar estas informaciones? Ninguna información publicada sobre
el particular.
Podríamos
agregar las decenas de escuelas inauguradas por el Señor Presidente y que en
ese momento no poseen los servicios sanitarios, que en su interior no tienen
una sola butaca ni mucho los equipos necesarios para la docencia, pero hasta
ahora no he leído, visto u oído información alguna al respecto.
Y
es penoso que esté ocurriendo en la mayoría de los medios. Lo que dicen los ministros y funcionarios
gubernamentales no requiere verificación, no se necesita indagar nada más, sus
declaraciones son una especie de dogma, no podemos ponerlas en duda. En mi
tiempo esto se llamaba periodismo “declaracionista”, y personalmente esta
neutralidad la considero dañina.
“Los valores periodísticos de la veracidad y
la credibilidad siguen siendo valores de la profesión hoy, en la medida en que
la información de actualidad —investigar, difundir y poder acceder a ella— se
mueve en esas coordenadas”, explica Ana Azurmendi, profesora de Derecho de la
Comunicación de la Universidad de Navarra; citada por Campos.[i]
Sin embargo, en República Dominicana
parecería que los tiempos están borrando estos principios de la profesión.
Y es una pena.
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