Cuando leí recientemente que en una entrevista al ministro de la Presidencia puntualizo que “El presidente Luis Abinader ha cambiado la forma de hacer diplomacia en la República Dominicana”[1], no me sorprendió, ya que durante los pocos meses de este gobierno la Cancillería ha dado muestras de nuevos derroteros en la diplomacia del país.
Sin embargo,
cuando en la misma entrevista, según el diario, dicho ministro afirmaba que “El
Gobierno Dominicano no quiere verse involucrado en partes de las grandes
decisiones comerciales que vienen a darse en el mundo”[2], sí que me produjo
sorpresa. Y pensé, vivimos en un mundo
globalizado, donde de una manera u otra todos los países están
interrelacionados, no solo por decisiones comerciales, sino de toda índole. Veamos el caso de la pandemia actual, ¿Qué
país no ha tomado acciones partiendo de lo que hicieron otros, por ejemplo, en
los viajes internacionales? Se quiera o no, la globalización nos atrapa.
Luego, cuando
veo en “El Día” el titular “País ha sido el beneficiado con la “diplomacia de
las vacunas””, que encabeza una información sobre las 768 mil dosis de vacuna
Sinovac que llegarían al país procedentes de China, me sonreí. ¿Qué mejor ejemplo que este de una decisión
que cae dentro de esa lucha soterrada, a veces, de ese gran país oriental por
ganar influencia política y comercial en esta parte del mundo? Aparentemente, el gobierno de Abinader ha
preferido adquirir vacunas en China que esperar por las que podrían venir de Estados
Unidos de América, fabricadas por empresas farmacéuticas que en sus
investigaciones recibieron gran colaboración gubernamental.
En su reciente
libro “Estrategias de Poder”, F. Sendagorta (2020) describe, con mucho detalle
y un derroche de información, cómo China, Estados Unidos y Europa ejecutan
dentro de lo que el denomina “era de la gran rivalidad” amplias estrategias en
busca de lograr mayor control. China quiere ser líder global y Estados Unidos
de América trata de evitarlo, mientras Europa queda atrapada en el medio, según
dicho autor.
Con la pandemia del Covid-19, expertos han destacado las nuevas oportunidades para China y sus iniciativas en la región, especialmente con la llamada Ruta de la Seda de la Salud (HSR, por sus siglas en inglés) y la Ruta de la Seda Digital, coincidiendo en que “ambas áreas tienen un gran potencial a futuro”[4]. Se destaca que HSR ha ganado impulso con muchos países de América Latina recibiendo donaciones o comprando suministros médicos de China. Asimismo, destacan como área de interés específico a futuro el despliegue de la tecnología 5G.
Con la
presencia del Canciller Dominicano y el embajador de la República de China en
el país junto a la vicepresidenta de la República en el recibimiento de 768 mil
unidades de vacuna Sinovac, se percibe que el gobierno de Abinader estaría
tomando decisiones dentro de las grandes corrientes comerciales y diplomáticas
que se dan en la actualidad en el mundo; y parecería que ¿caímos o entramos en la
Ruta de la Seda de la Salud? a contrapelo de las recientes declaraciones del
ministro de la Presidencia.