En la gran industria de las Grandes Ligas de Beisbol (MLB, por sus siglas en inglés) se sigue un cuidadoso proceso de selección de prospectos y formación de los que podrían ser grandes estrellas. Cada equipo dispone de campos donde los jóvenes seleccionados se someten a entrenamientos para mejorar sus habilidades y competencias deportivas.
He leído que,
en los últimos años, en esos centros, de los cuales existen varios en el país,
se les imparten clases que les permiten a muchos graduarse de secundaria y obtener
otros tipos de formación.
Sin embargo,
leyendo en estos días el caso del jugador encontrado golpeando a su esposa,
apresado y luego liberado tras pagar una fianza de 20 mil dólares, surge la
inquietud sobre la existencia de vacíos en esos entrenamientos. A este jugador
aparentemente le falta mucha formación humana, valores y respecto a los
derechos humanos, y es posible que le sobre mucho machismo.
Asimismo, se
supone que en una gran empresa, como es un equipo de beisbol de las ligas
mayores, se hace una inducción en la que se “trabaja” con conceptos como
reputación, imagen, valores de la marca, espíritu de grupo y otros intangibles
muy apreciados hoy en día.
Poca
formación humana y mucho machismo.
Ahora mismo,
todo lo que haga el equipo Bravos de Atlanta, cualquier decisión que se tome
sobre el jugador con contrato de US$65 millones hasta 2024, impactará en su
imagen y reputación, dado que la política de la MLB de no tolerancia sobre
violencia doméstica se aplicará como ha ocurrido con otro jugador en marzo de
este año.
En casos como
este, de “estrellas”, algunos medios tratan de protegerlos. Hoy en un diario
local se explica que fue por “celos” que el jugador actuó de esa manera, vana
explicación con perspectiva machista que trata de justificar la violencia
doméstica. Igualmente, se incluye en los
antecedentes de la información que este mismo año la esposa golpeada fue la
agresora.
La violencia es
una conducta aprendida, por lo que es importante que se considere la realidad
social en la que crece cada individuo y en los primeros años las personas que
nos rodean son referentes y modelos para seguir, sin importar como sean sus
acciones, serán replicadas. Vargas (2021)[i] revela que el maltrato a
los niños y adolescentes está legitimado por 49% de la población adulta
investigada y el 35% de la población adolescente, según los resultados de un
estudio hecho en tres provincias del país.
La mayoría de
los jugadores provienen de familia donde la pobreza impone restricciones y se
desarrollan en ambientes donde las conductas agresivas pueden ser frecuentes. Apena
la situación del jugador y su familia, pero la violencia se aprende, y también
se puede desaprender.
Hablé con un
amigo psicólogo, quien en ocasiones ha colaborado con equipos de beisbol, y me
dijo una frase que me impactó: “si tienes buenos
numeritos puedes hacer lo que quieras”. Contundente
expresión que me dejó boquiabierta y que parece ser la política no escrita que
impera en los equipos. Además, me informó que pocos equipos de beisbol disponen
de psicólogos en sus plantillas.
Quizás, los
equipos de beisbol, que tan altas inversiones hacen en sus jugadores, deban
comenzar a incluir entre sus entrenadores a psicólogos que trabajen con las
futuras estrellas formación humana integral, respecto de los derechos, valores
y otras dimensiones de la persona. Igualmente, crear en ellos la importancia de
sus acciones en cuanto a contribuciones a la imagen y reputación del equipo, que
cuando se pierde es tan difícil de recuperar.
[i] Vargas, T. (5 de junio de 2021)
Legitimación del maltrato físico hacia niños y niñas. Hoy, p.9A[i]
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