Cuando camino por la acera norte de la parroquia Buen Pastor,
pienso que si ocurriera un crimen entre taxistas, la policía en su
investigación criminal podría encontrar pistas en este lugar, así como en la
serie de CSI, que tanto veía Armando. Aquí
los choferes “limpian” sus carros sin miramientos, lo tiran todo a la calle.
Se puede encontrar restos de todo tipo de recipientes de
comida, botellas plásticas que antes tenían agua y ahora están llenas de lo que
aparenta ser orina, mascarillas, alguna que otra camiseta y hace unos días vi
lo que podría ser parte de un asiento de vehículo. De verdad que hay de todo en este basurero al
que contribuyen cada día los taxistas y que está a unos 20 pasos de un zafacón.
¡Que inconciencia! Por no decir un insulto.
Ya, avanzando por Paseo de los Locutores, sea hacia el este
o el oeste, nos podremos encontrar con las obras de varios edificios de
apartamentos. Allí, me surgen algunas
inquietudes sobre los permisos que otorgan el Ayuntamiento y Obras Públicas
para las construcciones: ¿es que autorizan a los constructores a dejar sin
aceras a los peatones, a llenarlas de grandes huecos y tornarlas peligrosas?
¿Es que los camiones de extracción de materiales tienen vía libre para
estacionarse y taponar las vías? ¿Es que en cualquier calle usted está
autorizado para abrir una zanja para conectarse con una toma de agua y dejarla
abierta? Me faltan las respuestas.
Pero, tengo que decir que en estos paseos Toby y yo hemos
hecho amistades con otros perritos y sus humanos. A Toby lo han catalogado de
“comparon” pues no se detiene cuando lo invitan a detenerse para saludarlo,
prefiere seguir el paseo. De todos modos, son momentos muy agradables en los
que ambos disfrutamos del sol, de la brisa que a veces mueve el pelo de Toby y
hasta del calor.
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