Hace un par
de días que terminé de leer El Director[i],
el libro en el que David Jiménez cuenta “la verdad sobre la prensa” en España
tras su experiencia de un año dirigiendo el diario El Mundo. Es una narración con un ritmo vibrante, como
una especie de película de suspense, que aun cuando sabes el final, tienes
prisa por leerlo para conocer los detalles, el cómo se llegó hasta allí.
Jiménez es
un gran narrador, un cronista, no en vano trae consigo largos años como
corresponsal en la región de Asia, cubriendo guerras, desastres y revoluciones.
Experiencias que podrían parecerse a lo que vivieron el reportero y el
fotógrafo en la película El año en que vivimos peligrosamente. Sin embargo, parecería que su año en la
dirección del diario español, tuvo más riesgos para su ética que su larga
trayectoria como corresponsal.
Llegar a la
dirección de un gran diario en situación de declive, con acuerdos y promesas
que no se cumplen, con una visión innovadora sobre el diarismo, supone un
choque frontal para el autor. Desde el
Índice del libro, y los títulos de algunos de los 20 capítulos, se percibe cómo
fue el discurrir de la dirección: Los
nobles, Palacio, Balas perdidas, Los Poetas Muertos, Cosa Nostra, El Sistema,
Ratas de redacción, La Reina, El Sindicalista, La traición y El director,
pueden guiarnos a entender la situación.
El
Director, con siete ediciones desde su aparición en 2019, es una especie de
crónica con un final anunciado, que va dejando lecciones sobre como se vive una
redacción, con algunos redactores que se consideran “estrellas”, donde hay
grandes rivalidades y lo peor, el juego, no tan secreto, ni tan discreto, entre
los medios y el poder.
A pesar de
todos los augurios de desaparición de los periódicos impresos, estos siguen
vigentes y en una lucha frecuente contra el establishment político y
económico. Jiménez narra esas presiones, no tan discretas, a que se ve sometido
y recuerdan películas como Los archivos de pentágono o Spotlight,
en la que la publicación de informaciones fruto de investigaciones se quiere
restringir para no “afectar” al poder. Similares tácticas fueron ejercidas sobre el autor para
evitar la publicación de El Director.
“La suerte
de un director de periódico depende en España de todo, menos de lo bien o mal
que hiciera su trabajo”.[ii]
Esta frase concluyente tras una negociación con un jerarca del mundo del futbol
evidencia la certeza del autor sobre el impacto distorsionador de lo externo en
su trabajo.
Es un libro
que todo periodista, no pseudo comunicador o influencer, leerá con
fruición, encontrándose con situaciones conocidas o vividas en su redacción; y
para los estudiantes de periodismo, a quien el autor dedica su libro, puede ser
una guía.
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