Hace unos años leí, por recomendación de mi amiga Hinya, Suite Francesa (2004), de Irene Nemirovsky novela que me atrapó por sus descripciones de la invasión alemana a Francia y la huida de los franceses en un ambiente de incertidumbre e incredulidad. Es una narración llena de detalles sobre escenas conmovedoras con todo tipo de personajes.
Cuando leí que Suite
Francesa era una obra póstuma, publicada por las hijas de Nemirovsky, ya
que ella había muerto en un campo de concentración, donde fue deportada por el
gobierno de Vichy por su origen judío, me impactó aún más, ya que su visión de
la sociedad francesa durante la ocupación no da indicios de su destino final,
ni de su tortuoso intento de ser asumida como francesa.
Luego leí de esta
misma autora, el Ardor en la Sangre, otra obra póstuma, publicada en
2007, que no me impactó tanto. Sin
embargo, conociendo de la extensa bibliografía de Nemirovsky, seguí pendiente
de encontrar en librería otra obra de ella y recientemente he leído Dos,
publicada originalmente en 1939, en vida de la autora, cuando rondaba los 33
años.
Dos está ambientada en el Paris de
entreguerras. Es una narración sobre una
generación joven, apasionada, que vive justamente el disfrute de los placeres
mundanos, con ardor y despreocupación.
La novela se centra en una pareja, cuya relación discurre desde la
pasión juvenil al amor conyugal. Como en Suite Francesa, la autora hace
una descripción a veces irónica, otras compasiva, sobre el matrimonio, la
familia, la soledad, el dolor o la muerte.
La escritora hace
un retrato implacable sobre las pasiones y el desencanto de la juventud de la
época. Es una lectura que deja un sabor agridulce sobre las relaciones de
parejas. La protagonista se casa con el hombre que ama, pero luego se ve en
secreto con el mejor amigo de su marido, que se consagra al trabajo y que a su
vez mantiene una relación con la hermana de su mujer. Podría decirse que ambos buscan sobrevivir a
la monotonía de la época en que viven, en los “felices años veinte”, cuando,
sin embargo, se vislumbran oscuros presagios.
Es una novela que
como otras de Irene Nemirovsky, a partir de su visión implacable, [i]nos
lleva a hacer una reflexión sobre la amistad, la soledad, el dolor o la muerte.
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