Hace unas semanas, cuando me enteré de que una “famosa” exponente de rap, dembow y trap había sido invitada a participar en Estados Unidos de América en una actividad para conmemorar la dominicanidad, me interesé en conocer sobre ella, más allá de su dúo con Rosalía, con J. Baldin y su encuentro con Madona, entre otros.
Y realmente que, al leer sus letras, que ni siquiera
me atrevo a llamar canciones y ver sus videos, me quedé sorprendida por sus
contenidos sexualmente explícitos. Llama
mucho la atención que en un artículo de 2022 se le identificara como la versión
femenina de Bad Bunny [i], que para mi sería una
pareja muy dispareja, como dicen por ahí.
La carrera del puertorriqueño actualmente está siendo
estudiada en dos universidades en Estados Unidos de América. Este artista
estudió comunicación audiovisual y además de sus archiconocidas letras, junto a
Residente ha sido parte de un movimiento para presionar al gobierno de Puerto
Rico sobre diferentes temas. Su
activismo en ese contexto no es para considerarlo un cantante de música de
protesta, pero sí de denuncia de la situación en su país, como es el caso de la
pieza el Apagón.
En la Universidad de San Diego, en la presentación del
curso de postgrado en el área de Comunicación, su coordinador dijo a BBC Mundo
que iban a analizar “la manera
en que Bad Bunny ha usado los medios para hablar sobre temas sociopolíticos y
cultura, pero también de representación y latinidad. Discutiremos asuntos que
ocurren en Puerto Rico, como el colonialismo y el desplazamiento de su
población.” [ii]
Otra
artista que ha sido objeto de estudio en universidades es Taylor Swift, cuyas
letras se consideran con gran influencia en la cultura estadounidense y con
millones de seguidores. Swift aboga por la equidad de género,
la legalización del aborto, los derechos LGBTQIA+, crítica la supremacía
blanca, la brutalidad policial, el sexismo y la homofobia.
En nuestro país, todo
queda en la vulgaridad y el escándalo, que aparentemente son el
atractivo de algunos personajes denominados “celebridad de internet” y su
mediocridad es lo que se expone. La
cultura de los “likes”, de los millones de “views” nos arrolla. Con frecuencia grandes marcas siguen esas
tendencias e invierten sus presupuestos de publicidad en estos personajes. Una
pena.
Hace unos días Alfonso Quiñones, editor en El Caribe,
escribió el comentario La rentabilidad del escándalo[iii], que describe
perfectamente a lo que nos referimos. Asimismo, José Báez Guerrero, en su
columna en periódico El Día[iv], se refirió a la
“artista” Tokischa” considerando que “esa pobre desquiciada representa una parte muy
dañada de nuestro país.”
Para
completar la muestra del enfoque local sobre los personajes, que no artistas,
que merecen “reconocimiento”, premios Soberano, acaba de nominar a otra
exponente nacional del reguetón, más reconocida por sus escándalos con su expareja,
pero con millones de “views”. La más
viral, se hace llamar. ¡De verdad que nos arropa la mediocridad!
[i] listindiario.com/entretenimiento/2022/06/15/725854/tokischa-un-marketing-bien-estructurado-para-consumo-de-la-masa.html. . Consultado el 12 de febrero 2024
[ii] "Bad Bunny le ha abierto los ojos a mucha gente sobre lo que pasa en Puerto Rico": el profesor que ofrecerá un curso sobre el cantante en California - BBC News Mundo . Consultado el 12 de febrero 2024
[iii] La rentabilidad del escándalo - Periódico elCaribe. Consultado el 23 de febrero 2024
[iv] Vergüenza - José Báez Guerrero
(josebaezguerrero.com). Consultado
el 23 de febrero 2024
https://www.nytimes.com/2023/01/06/arts/music/popcast-bad-bunny.html Consultado el
12 de febrero 2024