Desde los
años 80s he estado “metiendo en una caja” los programas de las actividades
culturales que asisto, sin importar que sean de pintura, teatro, ballet o
música. Así he llenado una caja que,
leyendo las recientes crónicas de doña Carmen Heredia de Guerrero, 50
Aniversario Teatro Nacional[i],
me he animado a revisar.
Y luego de
clasificar todo los programas y volantes por década, puedo apreciar cómo ha ido
cambiando la calidad de estos, el tratamiento de sus contenidos y su
impresión. Igualmente, ha sido un
proceso de evaluar nuestros intereses artísticos en esos años.
En la década del 80, en compañía de Armando, frecuentábamos el Teatro Nacional, tanto para presentaciones de la Orquesta Sinfónica Nacional, como de danza moderna y ballet. El Gran Concierto de Gala con motivo de VL aniversario del Teatro, dirigido por Carlos Piantini, la presentación de la
ópera Tosca en agosto del 1981, la participación de Eugene Fodor en la temporada de concierto de 1987, y el Bolero de Ravel interpretado por el Ballet Clásico Nacional, fueron algunos de los que presenciamos en esos años.
El jazz
también fue de nuestros preferidos.
Michael Camilo y “3 encuentros con Historia” y Don Cherry y su cuarteto,
fueron presentaciones para recordar, al igual que el Heineken Jazz Festival en
Altos de Chavón. Maridalia es … una, en
agosto de 1988, con la dirección de Jorge Taveras, fue una presentación
única. Acudimos a diversas agrupaciones
de ballet, destaco la presentación de Ritos, con el Ballet Folclórico
Dominicano y coreografías de Fradique Lizardo, Imgard Despradel y Armando
Villamil, así como el Ballet de Porto Alegre, Brasil, con su programa Rastros,
y el Teatro de Danza Contemporánea D.C. (Washington)
En 1988
Arturo Rodríguez F. estrenó su primera obra teatral, “Cordón Umbilical” con la
que había ganado el premio de teatro en Casa de Teatro, y a cuya presentación
en la Sala Ravelo no podíamos faltar, al igual que a “Refugio para cobardes”, también
de su autoría, en 1989, bajo la dirección de Enrique Chao. En la Sala Ravelo vimos,
además, Julieta tiene un desliz, Mi tía la jamona, Mi amiga la gorda, y Esta
monja, de otros autores.
Por los
catálogos de las exposiciones de pintura se podría decir que lograban mejores
patrocinadores y por el número que conservé, que fueron nuestras
preferidas. Silvano Lora en 1986
presentó Un puñado de tierra; Aurelio Grisanty tuvo dos exposiciones, una en La
Galería (Mary Loly Pérez de Severino[ii])
y otra en Altos de Chavón; Leopoldo Maler en 1987 presentó Otros Diluvios en el
Voluntariado de las Casas Reales.
En la
galería Boinayel fue presentada en 1985 una exposición de Wifredo Lam, el
reconocido artista cubano y en esa misma galería en 1984 se había presentado
José Cestero. Mayobanex Vargas expuso en
Nouveau Centro de Arte, Dibujos (1988); de Jochi Asiático conservo un hermoso
catálogo de su exposición Panteón de los Dioses, presentada en el Museo de Arte
Moderno en la primavera de 1988, de Ulloa y Amaya Salazar son otros catálogos que
guardé, con presentaciones de A. Fernández Spencer y Jeannette Miller. Catálogos y presentaciones en esos años eran
documentos valiosos tanto por su diseño, como por su contenido.
Armando[iii] y yo no íbamos a todas las actividades culturales, el cine ocupaba su atención en primer lugar, pero me atrevo a afirmar que los años 80s fueron divertidos y ricos en actividades artísticas.
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